El parecía estar enfermo, enfermo en verdad, quizás no así su cuerpo, pero dentro de él la muerte se avecinaba a su espíritu a cada aliento. Ya no encontraba un ¿por que?, Y ni siquiera le importaba encontrarlo, a decir verdad ya nada le importaba, así fuera leche o café, amor o muerte, ya le daba igual las flores y el viento, el tabaco o la sanidad.
Físicamente era todo poderoso con mucha capacidad de hacer lo que quisiese, pero que mas dá, su alma estaba tocada por el frió de la desesperanza, ya no quería seguir mas, ya no; no tenia ni quería seguir allí; estaba literalmente muerto en vida.
Su cara larga era todo lo que se necesitaba ver para saber lo mal que estaba, una cara que había olvidad lo regocijante y calido de una sonrisa, una cara rigurosa , fría y dura era todo lo que el portaba, lo que poseía ahora. El ambiente a su lado era tal que poco a poco las cosas en su casa fueron muriendo una a una, la mesa, las flores, todo poco a poco y una a una incluyéndolo a él.
Aquella casa estaba saturada de desaliento y oscuridad, a un que ante la llegada de personas ajenas a este deprimente hogar dicho especio parecía haber tenido mucha luz y se notaba que en algún momento de su cabalgar por la vida gozaba presuntuosa de un decorado magistral, pero ya no, no en esta realidad que la albergaba; aquella época de poderío y belleza simplemente había acabado esperando su inminente deceso.